Escuchar las opiniones y comentarios de los demás se ha vuelto algo casi inevitable. Antes, conocíamos lo que los demás pensaban en las conversaciones casuales en una cena o en una fiesta. En estos tiempos y gracias a las redes sociales, literalmente podemos escribir lo que pensamos y saber lo que los demás opinan casi de inmediato.

Como todo, esto trae aspectos positivos y negativos. Si voy a vacacionar en un lugar en donde nunca he estado, entro a buscar comentarios de los mejores lugares para visitar. Así decido cuáles valen más la pena, según los comentarios generales. Siempre busco una persona a la que haya encantado el lugar, y otro que lo haya odiado. Si hay un restaurante al que nunca he ido, entro a ver si tiene red social y los comentarios que deje la gente, acerca del sabor, del servicio, si es necesario reservar.
Ningún punto de vista es absoluto, porque cada quien cuenta su experiencia personal. La opinión de una persona fue a un restaurante, llovió y no traía paraguas, si estaba lleno el lugar y tuvo que esperar media hora por una mesa y además no tenían su bebida favorita, será una opinión muy diferente a alguien que fue en un día soleado, en una hora sin tanta clientela y que no tuvo ningún problema al ordenar su comida.

Podría seguir escribiendo sobre lo bueno y malo de los comentarios, pero quisiera enfocar este artículo en otro tema. La gente, y me incluyo, debemos aprender a respetar los gustos ajenos, aunque sean diferentes a los propios. Ahora que podemos opinar de todo, desde la comodidad y seguridad anónima del internet, necesitamos aprender a respetarnos. Suena muy sencillo, y seguramente conocerán la frase de “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”. Es el dicho que todo mundo sabe, pero pocos aplican. Si todos viviéramos bajo ese principio, el mundo sería muy diferente. Sería mejor. No trataré temas filosóficos sobre diferencias políticas, de religión y demás. Creo podemos empezar con algo muy sencillo.
Supongamos que es fin de semana, estás en casa y decides ver tu película favorita por décima ocasión. Al terminar, haces un comentario en alguna de tus redes sociales y escribes: “¡Me encanta la película XYZ! Cada que la veo aprendo algo nuevo”. Y te sientes bien, recién viste esa película que adoras y lo expresaste al mundo.

Diez minutos después, alguien, que puede ser un conocido, amigo, familiar o hasta un completo desconocido, te escribe: “Esa película es horrible. Me aburre”. ¿Cuál es tu reacción inicial? Estoy seguro que la mayoría de nosotros se enojaría. ¿Cómo puede ser posible que no le guste? De inmediato escribes una respuesta al comentario diciendo que se equivoca, que es una muy buena película, que no saben nada de cine, que seguramente a él/ella le gustan películas demasiado comunes, o demasiado extrañas. Y así comienza una lista interminable de comentarios y respuestas, que generalmente no interesa a nadie más que los participantes, y a una que otra persona curiosa.
Veamos los dos puntos de vista. Si tú eres quien hizo la entrada inicial donde expresaste que te gustaba esa película. ¿Por qué te enojas si alguien más la detesta? ¿Hiciste tú la película? ¿Te va a dejar de gustar sólo porque a otras personas no tienen el mismo gusto que tú? En vez de meternos en una discusión larga e inútil, deberíamos simplemente aceptar el hecho de que no a todos nos gustan las mismas cosas. O la próxima vez que vayas a comprar un helado, ¿te enfadarás con el niño que no pida helado sabor chocolate como tú?

El otro punto de vista es desde la persona que comentó que odiaba esa película. ¿Qué ganó con hacer ese comentario? ¿Acaso lo contactará un estudio cinematográfico para hacerlo crítico de cine? ¿Qué hubiera pasado si no hubiera comentado algo? Nada, sin comentarios negativos que no aportan la vida se lleva mejor. Siempre he pensado que hay personas que no pueden ver algo positivo en los demás y de inmediato quieren quitarle parte de esa energía positiva. Qué diferente hubiera sido que esa persona comentara algo como: “A mí me aburrió verla, pero quisiera tener una película que me gustara tanto como a ti te gusta esa”.

Podría sonar como un optimismo exagerado, pero no lo es. Creo fielmente que las palabras son poderosas, y debemos cuidar lo que decimos. Este no es un mundo perfecto. De hecho, esa imperfección es parte del encanto. Que seamos diferentes y con gustos opuestos enriquece todo lo que hay.
Para terminar, sólo quiero que intentemos un ejercicio. Sé que hay temas más relevantes y con más importancia en el mundo que una película, un libro, una serie de Netflix, pero al menos con este tipo de temas más comunes, seamos abiertos. Si alguien opina que tu libro favorito es la cosa más aburrida del mundo, no discutas, no te pelees, porque la opinión de los demás no tiene por qué afectar lo que crees. Que alguien deteste tu marca de cereal favorita no hará que te deje de gustar, ni hará que cambie mágicamente su sabor. También del otro lado, si vas a comentarle a alguien que no estás de acuerdo u opinas diferente acerca de algo, trata de emplear palabras que no sean ataques y al menos da razones o detalles, no coloques simplemente: “Lo odio”, sin mayor explicación. Si te tomaste el tiempo de decir que odias algo, es porque en tu interior tienes más por expresar; de otro modo simplemente hubieras seguido leyendo de largo.
Por eso yo ya no hago caso de las críticas sobre películas. He descubierto en más de una ocasión que yo tengo una opinión diferente a la mayoría y por más que lo hablemos no cambia mi punto de vista. Hay películas que la gente odia y a mí me gustan. Otras veces estoy de acuerdo con la mayoría. No dejo que los comentarios influyan en mi parecer, simplemente los recibo y después formo el mío.

También descubrí que omitir un comentario negativo en redes sociales trae muchos beneficios. Por ejemplo, que no entro en discusiones sin sentido que sólo me hacen perder tiempo; o que no le bajo el ánimo a alguien que quiso expresar una opinión positiva sobre algo. Como me enseñó la película Bambi cuando era yo un niño pequeño: “Si no tienes nada bueno qué decir, mejor no digas nada”. He visto videos en línea de gente cantando, tocando el piano, la guitarra, practicando un baile, y esos mismos videos tienen comentarios negativos, sobre lo mal que lo hacen sin dar ningún tipo de crítica constructiva. ¿Qué gana la gente haciendo esos comentarios negativos? Nada. Si no puedes evitar hacer un comentario, por lo menos di algo que valga la pena. Di qué fue lo que no te gustó, qué puede mejorar, y quizá, aunque la persona dueña del video se enfade o desanime, lo hará con un comentario en mente que le puede ayudar a mejorar.
Perdamos esos prejuicios internos que nos hacen odiar o discutir con alguien simplemente porque opina diferente. Las redes sociales nos conectan con más personas, tengamos en mente el poder de las palabras y no seamos de los que llenan los comentarios de negatividad que hacen que muchos creadores ni siquiera se molesten en leerlos.
No dudes en escribirme si tienes alguna duda o comentario adicional a: jessav@mail.com.
Hola Lordjess!
Curiosamente justo hoy estaba pensando en ese tema al leer numerosos comentarios en redes sociales que criticaban a una persona por haber dado una entrevista a la prensa y expresar su punto de vista. La mayoría de los comentarios eran agresivos hacia la persona, que lejos de criticar su opinión rayaban en los insultos hacia ella misma. A mi en lo personal me pareció de muy mal gusto, y me he dado cuenta de que en la actualidad esta practica es común en redes sociales. Creo que el nivel de tolerancia hacia las opiniones ajenas que distan de la nuestra se ha disminuido.
En fin, una entrada interesante para reflexionar.
¡Saludos!
Me gustaLe gusta a 1 persona