Existen muchas tradiciones que asociamos con el cambio de año. Desde dar un beso o un abrazo a la media noche, hasta comer una uva en cada una de las doce campanadas y pedir un deseo. Una de las tradiciones que se sigue en muchos de los países es hacer propósitos de año nuevo, metas que las personas se proponen conseguir en el año nuevo.
También es muy conocido que, en la mayoría de los casos, la gente no cumple los propósitos, o solo consigue hacerlo con uno o dos. ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué año con año nos ponemos los mismos propósitos y no los cumplimos? La respuesta obviamente varía de una persona a otra, pero aquí hay cinco razones de ello, y quizá te identifiques con una o varias de ellas.

1. Establecemos los propósitos por costumbre.
Esto es quizá la razón más significativa. Al momento de planear nuestros objetivos, ¿lo hacemos porque queremos realmente cumplirlos? O porque es año nuevo y todo mundo lo hace. Por alguna razón, creemos que para comenzar un cambio debemos esperar a que sea primero de mes, lunes o principios de año. Esto no es necesario. Si reflexionas, verás que muchos de los cambios importantes en tu vida no comenzaron un lunes, o en enero. Los hiciste cuando algo en tu interior hizo clic, o cuando te viste forzado a hacerlo. Cuando decidí ir al gimnasio y entrenar porque no me gustaba mi cuerpo extremadamente delgado, no lo hice en enero o a inicio de mes; cuando quise tomar la escritura como un hábito diario y no como un pasatiempo esporádico, no lo hice en año nuevo. Si realmente quieres cumplir un propósito, no importa cuándo inicies, lo que está relacionado con la siguiente razón.

2. En realidad no nos interesan los propósitos que elegimos.
¿Realmente quieres cumplir el propósito? O te dejas llevar por la costumbre. Muchísima gente pone de propósito hacer ejercicio, y por eso los gimnasios están llenos en enero, y en marzo regresan a los asistentes usuales. ¿De verdad te interesa hacer ejercicio? O lo pones en la lista porque sabes que es importante para la salud. Si la salud te parece un motivo importante, quizá deberías enfocarte más en otro propósito que te interese más, como no tomar refresco entre semana, comer más frutas y verduras diariamente, o salir a caminar cada día.

3. Los propósitos implican cambios demasiado grandes.
Puede ser que te pongas una meta que está fuera de tus capacidades. ¿Hay gente que de un día para otro deja de fumar? La hay. ¿Hay personas que de un día para otro hacen dieta, la cumplen y así permanecen todo el año? Por supuesto. ¿La mayoría podemos hacer cambios tan drásticos? No. Al momento de plantear nuestros propósitos de año nuevo, hay que tener en cuenta qué estamos dispuestos a hacer y cuáles son nuestras capacidades. Imaginemos que a alguien le interesa leer más y actualmente no lee ni un solo libro anualmente, ¿sería posible para esa persona comprometerse a leer 12 libros al año y cumplirlo? Es posible. ¿Podrá cumplirlo sin falta? Es posible, pero es poco probable. Quizá lo mejor sería poner como meta solo seis libros en todo el año. Lo importante es analizar si tendremos no solo el tiempo sino la dedicación de cumplir el propósito.

4. Tenemos una cantidad demasiado elevada de propósitos.
Es mejor poner un solo propósito al que dediquemos todo nuestro esfuerzo y tiempo, a tener cinco o más que cumplamos a medias. Un propósito debería ser un compromiso importante, un cambio en nuestras vidas, así que si realmente queremos dedicarle el tiempo suficiente, no podemos dividir esa atención. También es importante analizar si no hay propósitos que tengan objetivos que se enfrentan unos con otros. Por ejemplo, si una persona quiere hacer una hora de ejercicio diaria, una hora de lectura diaria y una hora de practicar piano, necesita analizar si cuenta con esas tres horas adicionales para cumplir con los tres propósitos. Tal vez lo mejor sería elegir solo un propósito.

5. No le damos a los propósitos la importancia que deberíamos.
Desafortunadamente, se ha normalizado incumplir con los propósitos y por eso las redes sociales se llenan en enero de bromas y memes acerca de no cumplir con las dietas, con el ejercicio o con cualquier otro propósito. Si lo hacemos solo porque es lo que todo mundo hace, no tiene importancia qué propósitos elijamos y lo mejor sería enfocar nuestra atención en otra cosa a la que le demos prioridad.

Espero estos puntos les hayan ayudado a analizar por qué no han cumplido sus propósitos de año nuevo y quizá plantear algunos más plausibles. La tradición de plantearnos propósitos puede ser una herramienta muy fuerte, si le damos la importancia que merece. Si logran cumplir con sus propósitos, se sentirán tan satisfechos y orgullosos de sí mismos que al año siguiente lo harán de nuevo y lograrán grandes cambios en sus vidas.
No dudes en escribirme si tienes alguna duda o comentario adicional a: jessav@mail.com.