Tesoros en mi vida

En julio 2018 dejé de vivir en México, mi país natal y me convertí en un extranjero en el lugar donde vivía. Una de las preguntas que mas me hacen, después de preguntar de dónde soy, es: ¿qué es lo que más extrañas de México?

Familia y amigos, es lo que siempre respondo. Aprovechando la época de crisis y de reflexión, quiero escribir sobre los detalles que extraño, que hasta que no me vi lejos de ellos, no supe que eran tesoros invaluables en mi vida.

Primer tesoro – La visita semanal a mis padres

Cada domingo, hacía el pequeño trayecto de diez minutos de mi casa a casa de mis padres. Estacionaba mi auto y tocaba la puerta, y recuerdo el «Ya llegó Chuyito» con una candidez que me llena de pies a cabeza. Extraño ver la sonrisa en la cara de mi mamá y de mi papá al verme en la puerta, y el cariño con el que me abrazaban, aunque solo pasaran seis días desde la última vez que los vi. Extraño las pláticas en la barra de la cocina, mientras me servían de comer y me contaban lo que pasó en la semana. Mi mamá regañando a mi papá porque quería comer de nuevo. Mi hermana muchas veces también estaba en casa y salía de su habitación para unirse a la plática. Extraño su saludo cariñoso al verme en la cocina y que me preguntara sobre mi semana. Extraño pasar la tarde con ellos y que se despidan con tanto cariño como con el que me dieron la bienvenida, y ver su casa alejarse por el espejo retrovisor pensando en lo afortunado que soy de tener una familia como ellos.

Segundo tesoro – Comidas en familia

A veces la visita a mis padres se cambiaba por una comida en familia, donde quedábamos en un restaurante para que fueran mi hermana, mi hermano con mi cuñada y mis dos sobrinos, aunque en esa época solo tenía un sobrino. Extraño llegar y que mis padres casi siempre eran los primeros en llegar. Esperar a que llegara toda la familia para comenzar a pedir, o a servirse pues preferíamos lugares con buffet. Extraño las pláticas sobre cuáles platillos era los mejores, compartir trozos para probar y decidir si merecían la pena volverse a parar para servirse. Extraño las risas y comentarios de lo que habían pasado en sus vidas. Extraño ver a mi sobrino con su ropa miniatura y ver cómo sus habilidades para hablar iban creciendo cada vez más. Extraño que mi mamá siempre insistiera en tomar una fotografía con todos, que ahora también se volvieron bonitos recuerdos y tesoros que miro de vez en cuando. Al final, con el estómago hasta el tope de comida, nos despedíamos con mucho cariño y cada quien iba hacia sus autos para seguir con la rutina del domingo.

Tercer tesoro – Las visitas a casa de mi hermano

Ahora que hacerlo no es posible, me arrepiento de no haberlo hecho más seguido. Extraño ir a casa de mi hermano, que vivía muy cerca de mi casa. Me gustaba entrar a su mundo, con mi hermano y mi cuñada dándome la bienvenida alegre. Extraño ver a mi sobrino, que me tomara de la mano y me mostrara sus juguetes y jugar con él, que sonriera cada vez que jugaba como a él le gustaba. Extraño hablar con mi hermano en persona, el único que conozco con gustos casi idénticos de películas y series, y que me mostrara alguna canción en la que estaba trabajando. Extraño la voz de niño de mi sobrino y realmente desearía poder ir de nuevo y convivir ahora con mis dos sobrinos. Extraño despedirme de ellos, y ver a mi sobrino continuar con sus juegos que son parte de su mundo y de su aprendizaje para crecer.

Cuarto tesoro – Las noches de videojuegos (Gamer nights)

Cuando las agendas de mis amigos lo permitían, organizábamos una noche de videojuegos en mi casa los viernes. Me emocionaba mucho cuando sabía que sería una noche de juegos. Salía temprano del trabajo y ponía a cargar las baterías de los controles. Iba al supermercado a comprar botanas y una charola de sushi, y de no encontrarla le pedía a alguien que llevara una pizza. Dejaba todo listo para cuando llegaran. Extraño estar en mi habitación, que sonara el timbre y bajar corriendo para ver quién era. Mi hermana y mi cuñado eran casi siempre los que llegaban primero, con las pizzas (si era el caso). Subíamos al cuarto de juegos y jugábamos un poco en lo que llegaban los demás. Mi hermano también llegaba primero, solo un rato porque se volvió padre de familia, con mi sobrino que entreteníamos mientras el otro jugaba un poco. Casi siempre jugábamos Mario Kart y Smash Brothers, el Nintendo siempre será mi primera opción para reuniones de amigos. Extraño estar jugando y que el timbre fuera sonando. Nunca éramos más de seis o siete personas, pero la diversión era la misma. Mi mejor amigo era a veces el último en llegar, pero casi nunca faltaba. Extraño los gritos de frustración, de susto y de alegría cuando alguien conseguía ganar. Tomábamos un descanso para bajar a comer el sushi o la pizza, bebiendo del refresco rojo que mi hermana y mi mejor amigo aman, hablando de series, películas, juegos y demás cosas. Seguíamos con la noche de juegos. Nunca llevábamos la cuenta de quién ganara, porque el triunfo se celebraba en cada juego. Extraño que se pasaran las horas sin darse cuenta, hasta que alguien se diera cuenta que era muy tarde y era hora de irse. Extraño las despedidas en la puerta, viendo a cada uno irse hacia su auto. Llegaba la hora de limpiar, que nunca me llevaba más de diez minutos. Extraño irme a dormir con una sonrisa, saciado de comida y de videojuegos.

Quinto tesoro – El cine con mis amigos

Aunque hay amigos y cine en todos los lugares donde he vivido hasta ahora, no es lo mismo organizar una salida con amigos específicos. Mi mejor amigo, y con otro, buscábamos las películas de terror nuevas para ir a verlas. Extraño buscar los horarios que mejor se acomodaran, y que mi mejor amigo dijera que le daba miedo, pero de todos modos iría a verla conmigo. Me gustaba ver su evolución que comenzó con detestar las películas de terror y tener casi rogar para que me acompañara, a emocionarse y él mismo sugerir películas de terror para ver. Extraño tener amigos para cada tipo de película, las pláticas antes de que comenzara, la fila para comprar y elegir cuál comida. Con cada amigo era diferente, no solo en películas sino en la comida. Extraño las pláticas después de verla, discutiendo la trama o los puntos que nos parecieron flojos en la historia, o nuestros momentos favoritos.

Podría seguir enumerando más, pero creo es suficiente por ahora. Soy feliz con la vida que tengo ahora, de ver cumplirse uno a uno mis sueños. Pero es importante recordar aquellas cosas valiosas, aquellos tesoros que no están en cualquier lugar, especialmente porque a veces, no es por la simple distancia que los dejamos de hacer.

Aprovechen cada etapa de su vida, el presente también está lleno de tesoros por descubrir. Miren al pasado con una sonrisa, sin tener que desear regresar a él.

A mi familia y amigos leyendo esta pequeña entrada: ustedes son el tesoro más grande que tengo. No importa en qué parte del mundo esté, siempre los recuerdo con amor.

No dudes en escribirme si tienes alguna duda o comentario adicional a: jessav@mail.com.

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