¿Cuántos de nosotros hemos sentido que la inspiración nos invade? Que una presencia invisible llega inesperadamente, nos toca la cabeza con suavidad y nos llega un río de ideas, acompañadas de unas ganas incontenibles de escribir (o componer música, tejer, cocinar, bailar, etc.).
Siempre me mostraba escéptico cuando leía que la inspiración no existe, como algunos afirman, porque yo mismo la había experimentado en diferentes ocasiones. Sentado frente a la televisión, conduciendo o caminando por la calle y de pronto… ¡Sorpresa! Sentía ganas de escribir sobre algo, y si tenía la oportunidad de hacerlo, las palabras salían tan fácil como si ya las hubiese escrito desde antes y solo estuviera pasándolas en limpio. ¿Cómo podía no existir la inspiración?
Ahora que tengo un poco más de experiencia escribiendo (aún lejos de ser experto), creo que entiendo un poco más sobre la inspiración. No es que no exista, o que no la podamos aprovechar para avanzar en nuestro trabajo. Lo que sucede es que muchos escritores (incluyendo mi yo de hace años) esperan a que les llegue la inspiración para comenzar trabajar.
Lo vemos incluso en películas desde hace muchos años: un noviazgo donde (casi siempre) el hombre es escritor, de un libro que no termina nunca y que pasa los días sentados frente a la computadora/ordenador, máquina de escribir u hoja en blanco. ¿Y por qué? Porque no tiene inspiración y no puede escribir sin ella. Quizá son esas historias las que influenciaron al escritor novato que fui en creer que no puedes escribir sin inspiración; nos quedamos esperando lejos de la hoja en blanco deseando que la musa llegue, para de la noche a la mañana escribir cientos de hojas hasta terminar la obra pendiente.
Yo me acostumbré a sentarme a escribir, tuviera ganas o no, al menos una vez al día o cada dos. Y el intercambio es muy sencillo: entre más lo hagas, más avanzas. A veces escribía una línea, a veces páginas enteras, pero lo importante del ejercicio es acostumbrarte a que haya un momento en el día en el que te sientas exclusivamente a escribir. Ciertos días maravillosos, la inspiración parece sentarse a mi lado y escribo bastante. Creo que todos los que escribimos, sin importar el tipo de texto, tenemos áreas que nos cuestan más trabajo. Yo tengo cierta facilidad para escribir diálogos y parecen fluir rápido, a diferencia de las descripciones de personajes o de lugares. Es normal que en una sección con diálogos escriba más rápido que en una con descripciones, pero a veces la inspiración llega y la cabeza se me llena de imágenes para describir un lugar que hará al lector sentir que realmente está ahí.
La inspiración también puede venir en pequeñas cantidades, con la palabra exacta que estabas buscando, con el final perfecto de la trama que te eludía, con el nombre de un personaje que le queda perfecto, con la ubicación temporal de la historia. Debemos aprender a reconocer las musas menores que visitan nuestras mentes y nos ayudan a avanzar. No todo será una explosión de motivación, también las chispas pequeñas pueden causar un incendio creativo.
Hay una frase que me gusta mucho sobre la inspiración:
“La inspiración es un huésped que no visita de buena gana al perezoso” (Tchaikovski)
La inspiración no debe ser el motor, sino el impulso adicional en nuestro trabajo. Verla de esta manera me ha ayudado mucho para avanzar en mis trabajos, porque como dicen: un texto mal escrito se puede corregir, pero uno sin terminar puede quedarse abandonado toda la vida.
Espero les haya gustado esta entrada. No duden en escribirme si tienes alguna duda o comentario adicional a: jessav@mail.com.
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