¿Qué es extrañar? Comienza cuando de pronto nos arrancan un pedazo del alma. Esa pieza se siente y duele como un miembro fantasma. Un recordatorio de los buenos días y las buenas noches que no llegan y nos preguntamos si volverán alguna vez.
¿Realmente extrañamos a la otra persona? O más bien nos hacen faltan los saludos y caricias que suman parte de la rutina diaria, de la vida que conocíamos.
Entre más se fusionan los momentos con los laberintos del corazón, más dolor se siente en los huecos que se volverán cicatrices. La vida sigue y el tiempo con sus manos reconstruye las grietas que no cesan de gritar, pero sus voces se ahogan con cada puesta de sol y de luna.
Eso asusta. Nos da miedo saber que sin importar cuántas lágrimas nazcan de los recuerdos grabados, el tiempo irá resanando todo aquello que haga falta, hasta que un día abramos los ojos y podamos decir: «Ya no me duele».
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